Uil Gallant apenas tiene 12 años, para ser sinceros, el pobre no recuerda exactamente ni cuando nació, lo poco que sabe sobre su vida, es aquello que encontró escrito en una vieja entrada de circo. Pero Uil no es normal... y aunque él no lo sabe, la fabulosa fábula del chico que fue hechizado ha empezado a ser contada:

15 dic 2009

Que la solución a tu problema llegué sin que te des cuenta.

El sol brillaba en el exterior del colegio de Uil Gallant, lo cual no le sorprendió ni en lo más mínimo, ya que el sol también brillaba en su interior. Recordar a Neliö días antes le había llenado de fuerza, y en este nuevo estado de ilusión, había decidido que el momento de abandonar el internado había llegado. Uil Gallant saldría al mundo a buscar todas las partes de su separada alma.
¿Pero como se busca tu alma?
Ufff... Ahora a pensar en como se busca un alma. Definitivamente a Uil Gallant no le gustaba pensar, sabia hacerlo, era experto en hacerlo, pero pensar tanto le había traído muy malas experiencias. Ahora él supuso que como no tenía alma, lo único que le quedaba era el cerebro, y se convenció aun más de la necesidad de un alma. ¡El pensar está sobrevalorado!; mejor actuar por impulsos.
Dos días más tarde, y muchos quebraderos de cabeza después Uil Gallant decidió actuar, moverse por impulsos. Hacer caso a su alma, en definitiva. Pero en su alma el sólo poseía ahora la autoestima que Neliö le había otorgado. ¿Eso funcionaría así?, ¿bastaba con conocer a las otras personas que eran parte de él para recomponerse a sí mismo?, ¿No haría falta comerse a la otra persona ni ningún tipo de ritual parecido verdad? ¡Uil Gallant tenía miedo a los rituales satánicos!
Se armó con toda la autoestima que encontró en su interior. Quizás hubiese preferido armarse de valor, pero no le pareció encontrar nada parecido a eso en sí mismo, así que se conformo con la autoestima. ¡Que demonios! él sentía que valía para algo; Incluso pudiera ser que ese algo fuese reencontrarse a si mismo.
Cogió el bonito trapo blanco y rojo a cuadros que usaban para limpiar las mesas después de comer, y lo extendió en el suelo. Acto seguido fue a la sala de escobas, rompió una y se quedó con el palo, los pelitos los dejó tirados ahí mismo. Se dirigió a su cajón, tomó sus pocos objetos personales (Esmerándose en coger la entrada de circo que heredó de su madre), y fabricó su propio petate.
Uil Gallant pasaba por el patio central de la institución en la que vivía cuando oyó la dulce voz del director a sus espaldas.
-Ha llegado el día de la despedida. Siempre supe que esto pasaría cuando cumplieras 12 años. Buena suerte Uil.
¡¿QUÉ?! ¿dos días pensando para que luego todo fuera tan fácil?. Definitivamente Uil Gallant odiaba pensar.
El primer día de libertad fue absolutamente aburrido, caminó durante horas por el bosque que rodeaba el internado. Se perdió tres o cuatro veces. Volvió al internado y le pidió al director si le podía acercar en coche hasta el camino bien señalizado más cercano. Así que las aventuras de Uil tuvieron que esperar hasta bien entrada la tarde, cuando el director le dejó en un claro del camino. Muy cerca de un río (Uil no pudo evitar pensar en Neliö) pero lo suficientemente lejos del océano como para poder evitar oler el agua salada.
Tras un par de minutos solo en el claro del camino Uil se dio cuenta que estaba agotado, a lo cual pensó que debería centrar todos sus esfuerzos en buscar su perseverancia, ya que creyó que la fuerza física no era parte del alma sino del ejercicio que hicieras. A la lista de cosas que odiaba hacer Uil se unió rápidamente el ejercicio, se situó justo en segunda posición, solo superado por pensar y seguido muy de lejos por introducirse serpientes vivas en los calzoncillos. Por tanto decidió que esa primera noche dormiría cerca del río.

Los primeros rayos del sol despertaron a Uil, quien anotó mentalmente en su cabeza que el próximo día que durmiera a la intemperie debería agenciarse un techo, o bien, comprarse un antifaz. Mientras Uil se daba la vuelta para poder retomar el sueño escuchó la voz de un hombre cantando una alegre canción, tan alegre que Uil no podía parar de esforzarse en escucharla... ¡PERO UIL QUERÍA DORMIR!... Uil odiaba esa canción. No pudo retomar el sueño y se vió obligado a acercarse al hombrecillo cantarín y entender que hacía a esas horas de la mañana en un río perdido de la mano de Dios.
La conversación fue tensa al principio, Uil no estaba acostumbrado a tratar con gente, y menos mayor que él. Pero el esfuerzo mereció la pena, y más cuando aquel cantarín señor, le contó a Uil, que era exactamente lo que estaba haciendo:

***
Mi nombre es Gold Digger, y tengo una pregunta para ti muchachito: ¿Sabes lo que es el oro?.
El oro es algo valioso, algo precioso por lo que mucha gente ha cometido locuras. Y yo, amigo Uil. Estoy maldito con la fiebre del oro.
Todo empezó hace años. Mi padre, que en paz descanse, cayó gravemente enfermo. Los médicos dijeron que no se podría hacer nada por él; salvo, claro está; intentar que fuera feliz en sus últimos días.
Una tarde, estando mi padre en su dormitorio, oí que me llamaba. Solo me pidió una cosa. Me pidió que encontrara una pepita de oro, y me explicó como él muchísimos años atrás le prometió a mi madre que algún día le regalaría una de aquellas piedras pequeñas, brillantes y doradas. Nunca había podido cumplir su promesa, pero no por ello la había olvidado. Y yo, recordando aquello de hacer feliz a mi padre que me dijeron los médicos, decidí comprar una batea y recorrer todos los lechos de los ríos hasta encontrar una pepita de oro.
La primera pepita la encontré rápida y fácilmente. La llevé a mi casa, se la di a mi padre, quien a su vez, se la regaló a mi madre. No te puedes imaginar lo felices que fueron en ese momento. Y yo, fui feliz también, ya que había conseguido que mi padre muriera en paz consigo mismo.
Pero al darme cuenta de la felicidad que esa piedra llevó a mi familia decidí buscar una segunda, y regalársela yo a mi mujer. Tarde casi 3 meses en encontrarla, en ese tiempo mi mujer dio a luz a nuestro primer hijo. Cuando le expliqué la historia de mis padres y le regalé la pepita, mi mujer lloró de la emoción, no por el valor del oro, más bien por el valor sentimental que suponía para mi seguir la tradición de mi padre.
En ese momento decidí buscar otra, y regalársela a mi hijo. Cada vez era más difícil, pero cada vez la satisfacción que yo sentía y la emoción de aquellos a los que se la regalaba era mayor. Estaba escribiendo mi propia historia como cazador de oro.
La última pepita me está costando encontrarla más de 10 años. mirar piedra por piedra, ¡Habré visto millones de ellas!, e ir descartándolas una a una al ver que no eran oro. Aunque para ser sincero, he guardado muchas de ellas, porque al observarlas encontré que eran preciosas.
Chaval, si algún día tienes que buscar algo, te recomiendo que sigas mi truco, observa todo, conoce todo y equivocate en la decisión todas las veces como sea posible, porque puede que encuentres cosas aun mejores que el oro. Pero eso sí, cuando encuentres lo que estabas buscando, la satisfacción no será comprable con nada que hayas vivido antes.

***

Uil Gallant se despidió de su nuevo amigo. Gold Digger le había ayudado a entender como se buscaba un alma. Uil Gallant no buscaría las partes de su alma, intentaría conocer a todas las personas que pudiera. ¿Quién sabe? quizás nunca encontrará aquella partes que le fueron arrebatadas, pero seguro que por el camino encontraría a cientos de personas que le ayudarán a hacer la búsqueda algo más fácil, llevadero e interesante.

4 dic 2009

Recordar los días en que eras feliz, y darte cuenta de que lo mismo, no volverán.

Uil Gallant estuvo sudoroso durante semanas, nunca entendió los motivos que le habían llevado a soñar sobre su propio nacimiento, y tampoco entendía que se suponía que debía hacer ahora, pero una cosa sí que tenía clara, el sueño era real.
Los primero recuerdos de la infancia de Uil, se remontaban a una clase de arte en el internado al que había sido encomendado, en teoría era un niño huérfano que había sido entregado a las autoridades por un comerciante ambulante que le recogió. Llevaba viviendo en ese internado los 12 años de vida con los que contaba, y sinceramente, nunca se había planteado que ocurriría cuando lo tuviese que abandonar. Las posibilidades de adopción menguaban cada año que pasaba, y de ser el bebé que llegó en una noche de lluvia había pasado a ser uno de los niños mayores de la escuela. Eso le hacía sentir bien, se sentía poderoso, él era el que mandaba sobre los demás chicos, pero si Uil pudiera tener realmente sentimientos se daría cuenta de que en verdad les envidiaba, ya que ellos, aunque eran sus súbditos, también eran aquellos niños que serían adoptados cuando una familia llegase buscando el retoño que el destino les había prohibido. Pero claro, eso sería si Uil pudiera sentir algo, pero no, él ahora comprendía que la envidia era parte de él, era parte de todas las personas, y por tanto su madre se había encargado de separarla de su cuerpo al tratar de salvar a su hijo.
Uil trató de concentrarse en si mismo, trató de mirar en su interior, y por primera vez en años comprendió que estaba vacío. La verdad que eso fue muy duro para Uil, al menos él así lo recuerda. Y pensó.
Uil lo comprendió, algo había acallado esa sensación de vacío durante años. Algo le había hecho creer que era normal, que era capaz de sentir. Uil empezó a recordar el día que conoció al chico que nadó en mil ríos antes de darse cuenta que amaba el mar abierto.

***

8 de Octubre

Un nuevo curso comenzaba en el internado de Uil, y como cada año, todos estaban seguros de que sería un día más en sus rutinarias vidas.
Uil Gallant se levantó de la cama, y como cada día, ninguno de sus compañeros aún estaba despierto, razón por la cual aprovechó para, sin hacer ruido, encaminarse a la ducha y mantener su cuerpo bajo el agua caliente durante más tiempo que nadie. Le gustaba la idea de acabar con todo el agua del calentador de la escuela, esto cabrearía a sus compañeros, y al menos, gracias a eso, el día tendría alguna situación divertida. A Uil le encantaba ver a sus compañeros sufrir debajo del agua fría, le resultaba tremendamente divertido.
La hora del desayuno no daba lugar a muchas situaciones graciosas, todo el profesorado les vigilaba, así que no les quedaba más remedio que cumplir con las normas, aunque las normas, no le molestaban en absoluto, le gustaba que le dijeran lo que tenía que hacer. Pero ese día algo era distinto, él lo notaba, podía olerlo en el ambiente; aquella cosa que estaba sucediendo le influía directamente a él, todos le miraban ¿había hecho algo?.
- ¿Señor Gallant? - La voz del director de la escuela siempre le había parecido a Uil demasiado dulce como para tratarse de un hombre de poder. - Este no es su lugar. Creí haberle comentado que debe dirigirse al comedor de los mayores, este será su primer año con el nuevo grupo, tiene demasiados años como para continuar aquí.
Uil Gallant no entendía nada. ¿Qué grupo de mayores?, ¿Había más gente en esa escuela?, ¿Le iban a mandar a otra escuela lejos de sus conocidos?.
- Señor Gallant, coja su desayuno, salga al pasillo y entre en el comedor del fondo, ese es su nuevo lugar en la escuela.
Así lo hizo, y en ese momento comprendía que haber seguido siempre las normas le impedía comprobar que aquel era un pasillo largo, con habitaciones que nunca había visto y con aquel inmenso y precioso comedor al fondo del mismo. Entró, miró, comprendió que llegaba tarde, se preguntó si aquel era su lugar, y aún siendo consciente de que aquellos chicos eran de su edad (o inclusó algunos menores que él) le parecieron mucho mayores y experimentados. Uil se sintió tremendamente raro, y aunque trató de hablar con alguno de ellos; en el fondo se sintió solo en su primer día en el comedor de mayores.
Siempre hubo un chico que le llamó la atención. Parecía ser el líder de algo, mover la opinión de sus compañeros, le parecía increíble que no se perturbara por nada, realmente ese chico no le había dejado indiferente. Y algunas semanas más tarde y de un modo que no es capaz de recordar del todo, habló con el por primera vez; aunque la información que se intercambiaron, ya era conocida por Uil.
- Mi nombre es Neliö Sposato, y llevo en el comedor de mayores muchos años, tampoco conozco a estos chicos, ellos también son nuevos, realmente todos los sois, y aunque soy el más joven de la sala, soy el único que entiende como funcionan aquí las cosas. ¡BIENVENIDO UIL GALLANT!.
Sin duda alguna las palabras de Neliö le sonaron ariscas y prepotentes, pero el mensaje que Uil entendió no era de ofensa, le estaba ofreciendo su ayuda para entrar a este nuevo mundo.¿Y Uil?, Uil la aceptó sin reparos.
Empezaron a pasar tiempo juntos, algunos días jugaban a algo, otros días Neliö le explicaba el funcionamiento de las cosas por allí, en aquel lugar al fondo del pasillo; y otros días; aunque Uil no entendía el porque, Neliö se pasaba horas escuchándole... "como si a alguien como Neliö le pudiera interesar algo de lo que Uil dijese".
Neliö siempre hablaba con Uil de lo que le gustaban los ríos, había nadado en exactamente mil de ellos, presumía de todos aquellos que había surcado, desde los que aon tremendamente angostos, hasta los más caudalosos del país. Pero había una cosa que Neliö se avergonzaba de reconocer, él no sabia bucear, nunca lo había hecho. ¿Y Uil?, Uil pensó en ayudarle.
Planearon todo y a mitad de curso, cuando ya eran mejores amigos y envidiados por ello por el resto de los compañeros de su comedor, se fueron de viaje, era un viaje de amigos, al gran océano que bordeaba el país, y allí Uil enseñó a su amigo a bucear. Pero Neliö al principio rechazaba el mar abierto, le daba miedo, era profundo, enorme, realmente asustaba. ¿Nunca habeís tenido miedo de que la corriente os lleve?.
Neliö era el mejor amigo que Uil pudo encontrar y juntos empezaron a viajar al océano a bucear. Uil siempre ayudaba a Neliö en el agua, y por primera vez en su vida se sentía útil por algo. Uil había entrado al comedor de los mayores, y era útil, estaba ayudando a su amigo a perderle el miedo al mar abierto, estaba consiguiendo que él se encontrara a gusto en este territorio, aunque el ya había nadado en mil ríos. Y juntos, en el agua, eran felices. Uil nunca se había sentido así, estaba "lleno". Ellos se complementaban, Neliö enseñó a Uil a vivir en el comedor de mayores, Uil enseñó a Neliö a vivir en el mar abierto.
Pero Neliö tuvo miedo, el mar le podía tragar cuando se separara de Uil, él era el que le ayudaba, ¿qué haría si algún día le fallaba? Él amaba nadar en el río, y sabía que no sería capaz de nadar en mar abierto sin Uil, así que simplemente dejó de ir al océano. ¿Uil?, Uil se hubiera sentido mal si pudiera tener sentimientos, estaría triste, pero el destino se los había robado. Siguieron siendo los mejores amigos, disfrutaban juntos en el comedor de mayores. Pero Neliö se sentía mal por no ir al océano; había ido al río, pero ya no le gustaba; así que un día decidió hacerlo sin Uil. Se acercó a la orilla, y le pareció escuchar unas palabras provenientes del viento "Neliö, si no vas a ir nunca más al océano, dejamé ir a mi, yo aún amo el mar abierto". No cabia duda, la voz era de Uil. Neliö dio un paso, otro más, se empezaba a mojar las rodillas y Uil no estaba ahí. Neliö tenía miedo, pero tenía que hacerlo, por él y por Uil. Al fin y al cabo Uil le había enseñado a amar el mar abierto, así que cuando sumergió la cabeza realmente Neliö se encontraba luchando con sus sentimientos, Neliö era un valiente.
Neliö nunca volvió.
Los amigos de Uil le hicieron creer que Neliö había muerto. Pero Uil sabía que no era así, Neliö volvería y se bañarían juntos en el océano. Uil fue feliz durante años pensando eso, ¿Qué dañó le puede hacer a un niño creer en que su amigo volverá? al fin y al cabo Neliö era el chico que nadó en mil ríos antes de darse cuenta que amaba el mar abierto.

***

Uil ya tenía 12 años, y comprendió que aquello que le había hecho sentir completo era Neliö, él era un amigo, y los amigos te quieren aunque tú estés vacío. Con sus 12 años recién cumplidos también fue capaz de entender que Neliö era una de esas pequeñas partes surgidas de él mismo, Neliö no era real, era una de esas creaciones del hechizo de su madre. Neliö era su autoestima, Neliö le había enseñado a Uil que él también vale para algo en este mundo.


Pero Uil tuvo que esperar años para comprender que Neliö no volvería.
Y tal y como lo entendió, rechazó la idea, Neliö nunca se iría del todo. Neliö había marcado un antes, un durante y un después en la vida de Uil. Al fin y al cabo, Neliö era el chico que nadó en mil ríos antes de darse cuenta que amaba el mar abierto.

2 dic 2009

Los sueños que se repiten de forma incesante.

Uil Gallant siempre ha dicho que no hay nada mejor en el mundo que el olor a lluvia en el campo, y quizás se deba a que todas las noches sueña con eso mismo. Sueña con un campo y sueña con lluvia. Al cerrar los ojos se ve a si mismo en un bosque frondoso, es cierto que al comienzo del sueño nada hace vaticinar que la tormenta se aproxime, pero Uil; Uil ya lo sabe, al fin y al cabo, todos los días se repite el mismo sueño.
Mientras duerme Uil es capaz de sentir como empiezan a golpear contra sus orejas las primeras gotas de agua, él no evita mojarse, nunca lo hace, siempre continua andando tranquilamente por el bosque, no obstante, sabe que es un sueño, es más, el siempre dice "¿Por qué iba a esconderme hoy? siempre sueño lo mismo, noche tras noche, día tras día".
Si este fuera un día normal el sueño de Uil terminaría al llegar a una pequeña y acogedora casa de color teja. Bueno, realmente terminaría con el sonido del silencio, ya que todas las noches Uil llegaba a la casa y sin saber porqué, ya que era completamente conocedor de que no encontraría respuesta, llamaba a su madre, la cual, como podéis imaginar, nunca respondía. Pero eso ocurriría solo si aquella noche fuese una noche normal, pero ese día era especial, aunque él no sabia nada acababa de cumplir 13 años, y con ello se había despertado el hechizo que siempre le había acompañado, siempre le había esperado, y sin que Uil fuera conocedor de ello el hechizo había encaminado sus pasos de forma perfecta. De tal modo que el niño que se empezaba a convertir en adolescente, pudo llegar sano y salvo hasta el día en que el hechizo despertó.
Ese día el sueño de Uil cambió radicalmente. Ya sabéis como comenzó, Uil, andando por el bosque, se desata la tormenta y el llega tranquilamente a la casa color teja, donde, como si se tratase de un día normal, llama a su madre. Pero como todos imagináis ese día el sueño no terminó. Un llanto, Uil pudo escuchar claramente un llanto en la habitación más recóndita del hogar, sorprendido al principio y aterrado posteriormente decidió que debía asegurarse a si mismo que el sueño continuaba y comenzó a pellizcarse los brazos, pero no se despertó, ese sueño era muy real. Ante la posibilidad de hacer nada, y con la seguridad de no poder abandonar el hogar sin saber que ocurría, Uil, se armó de valor, cruzó el umbral de la puerta, y comprobó como ese día su madre si que estaba en casa.
Él no recordaba así a su madre, ahora que lo pienso, él ni siquiera recordaba a su madre, era la primera vez que la veía, y como nos pasa a todos en la infancia, le pareció que su madre era la mujer más hermosa que podía existir. Ella se encontraba tumbada, sonriendo, se la veía feliz. A su lado, erguida al lado de la cama se encontraba otra mujer; y en sus brazos el motivo del llanto que había escuchado Uil desde la puerta de la casa. La pequeña criatura que sollozaba en los brazos de la mujer aún se encontraba empapada de sangre; realmente eso preocupó a Uil, ¿qué habían sido capaces de hacer a esa indefensa personita?, pero se sintió estúpido al darse cuenta que la sangre no era del bebé, simplemente aún no le habían limpiado después de nacer. Por fin la mujer más feliz del mundo, que aún se encontraba tumbada en la cama movió su boca para decir algunas palabras.
-Déjame ver a mi pequeño Uil-
Esa frase sorprendió a nuestro protagonista "¿cómo que Uil? ¿que clase de madre pone a sus dos hijos el mismo nombre?" pero rapidamente se dió cuenta de que aún permanecia soñando, y que no estaba soñando con otra cosa que con su propio nacimiento.
Uil estaba féliz, había visto a su madre, y había podido ser testigo de primera mano del único momento que el destino nos impide recordar al resto de nosotros. Él ya sabia perfectamente como llegó al mundo, y algo muy dentro de él le confirmaba que aquella era la forma real en la que los acontecimientos sucedieron, eso no era un sueño, era el pasado. Uil ya estaba preparado para despertar; realmente deseaba hacerlo; no sabía el motivo, pero tenía claro que si seguía durmiendo su vida cambiaría. Noto como la dirección del viento varió de forma inesperada ¿Cómo podía notar el viento si estaba dentro de una casa cerrada?. La tormenta se avivaba por momentos, y la madera de los árboles crujía debido a la violencia de la naturaleza. Uil pudo ver como el rostro de las dos mujeres de la habitación se endureció rapidamente.
-Te dije que esto sucedería. no entiendo como demonios te has empeñado en dar a luz en este lugar. ¿nunca harás caso a las leyendas?.
-Prométeme que pase lo que pase cuidarás de Uil.
-...
-¡HAZLO!, ¡PROMÉTELO!.
No hubo respuesta, la mujer que se mantenía de pie en el borde de la cama no contestó, dudó por un instante, Uil pudo ver como movió levemente los labios para hablar. No lo hizo. Ahora era ella quien lloraba, se reclinó dulcemente, besó la frente de su hermana, tomó al bebé entre sus brazos y corrió fuera de la casa sin darse cuenta de que el joven Uil se encontraba escuchando justo detrás de la puerta.
Las ventanas se abrieron golpeando fuertemente debido al aire. Y la madre de Uil cambió radicalmente la expresión, y mientras escuchaba los gritos de dolor de su hermana en lo más profundo del bosque comenzó a recitar algo en voz baja. Fuera lo que fuera lo que decía desde luego que no era en una lengua conocida por Uil, ni tan siqueira sonaba levemente parecido a algo que él alguna vez hubiera escuchado, sin embargo, y sin saber como, supo que se trataba de un hechizo, un encantamiento, un conjuro o de aquella forma que lo quieran llamar.
La magia que estuviese realizando su madre estaba surgiendo efecto, y en pocos segundos la habitación se encontraba repleta de varios bebes, no se parecían a Uil, eran todos muy distintos entre si, algunos de ellos no eran ni chicos. Pero aún con todas esas diferencias Uil supo entender lo que su madre había hecho, ella había salvado la personalidad de Uil ya que no podía hacer nada por salvar el cuerpo, todos aquellos rasgos de un ser humano se encontraban repartidos entre muchos de ellos; generosidad, miedo, esperanza, pesimismo, valentía...
Los bebes se levantaron por si solos, y comenzaron a andar, lo cual, parecía imposible, ¡Solo tenían 10 minutos de vida!, y se marcharon de la casa, dejando sola a la madre de todos ellos. Se enjuagó las lagrimas, recogió sus cosas y se marchó dejando tras de si 2 cosas en la habitación: Una entrada de circo, vieja, amarilleada por el tiempo, pero con un nombre escrito "Salome Ijs"; Uij supo que ese era el nombre de su madre. La otra cosa que olvidó en la habitación no era otra que a su propio hijo, si que es cierto que el era 12 años mayor, pero ella ni reparó en que el estaba. Años más tarde Uil comprendió que eso había sido en un sueño, un pequeño viaje al pasado, por tanto ella no pudo verle escondido detrás de la puerta desde la que había visto todo; Uil comprendió eso años más tarde; no obstante no tardó ni 5 minutos en darse cuenta de que Uil Gallant había sobrevivido a aquella noche, su tía habría conseguido salvarle como bien prometió a su hermana. Pero había sobrevivido pagando un precio muy alto, Uil Gallant estaba vacío, no era más que un cuerpo carente de alma, carente de personalidad. Uil Gallant se sintió distinto como otras muchas veces le habían hecho sentir, pero esta vez por primera vez, le desagradó la idea.